Muchos se han preguntado sobre las aves que habitan las ciudades de los hombres. Cómo es posible que estos pajarracos se desarrollen tan bien en un hábitat tan poco natural? Cómo explicamos que la Ciudad de Buenos Aires esté plagada de palomas y que en los cientos de hectómetros cuadrados sembrados de trigo a pocos kilómetros de aquí sólo se encuentren un par? Son muchas las hipótesis que hemos barajado en este serio trabajo de investigación. Sin embargo, conviene sentar algunos supuestos básicos antes de proseguir con la exposición.
Aún las religiones más antiguas le dan algún papel por lo menos secundario a alguna que otra colúmbida. Esto nos da la pauta de que hace milenios que acompañan a las sociedades humanas. Siempre simbolizaron valores de signo positivo para las civilizaciones: Paz, sencillez, inocencia, armonía. Incluso en lengua fenicia "paloma" es homónimo de sacerdote. Los ascalonios creían que al morir transformábanse en palomas. Por esto no se atrevían a comer ni a matar ninguna. Podrían estar comiéndose a sus propios padres, hermanos, reyes, etc. Entonces preferían alimentarlas con paternal cuidado.
Hoy y en esta ciudad, las palomas gozan de menor prestigio, y su peor depredador es el hombre motorizado.
¿Qué relación establecen estos bichos con la humanidad?¿Por qué se empeñan en acompañarnos? Cuentan quienes conocen de historias, que las palomas no acompañan al hombre, sino que soportan su dominación. Como sabemos, se empezó a utilizar a estas aves como mensajeras, aprovechando su ímpetu reproductor. No obstante, esta dominación no se mantuvo estática sino que fue progresiva. Dícese que debido al contacto humano, las palomas desarrollaron el habla. Esto dará a luz a las risas de los refutadores de leyendas. Sin embargo, sabemos que esta es una cualidad de más de un ave.
Las palomas utilizadas para mensajería siempre estuvieron en manos de familias reales, nobles y acaudaladas en general. Sería difícil pensar que con el mejoramiento del correo postal la invención del telégrafo y el teléfono, estas familias dejaran a las palomas en libertad. Es una imagen demasiado sublime para adjudicársela a los apropiadores del mundo. No, aprovecharon a las palomas de otra manera.
Unos pocos iluminados cuentan que las colúmbidas parlantes son figura central en un plan de aniquilamiento de los secretos. Julio Materazzi cuenta en su diario que un 13 de Septiembre le confesaba su amor a una señorita en una plaza desierta, a eso de las 3am. Al día siguiente, recibió una golpiza terrible por parte de Matías Juarez, hermano de la beneficiaria del amor de Materazzi y descendiente de un conde. Materazzi atribuye el alcahueteo a un palomo soplón.
También esclarecedor es el ejemplo que significa la historia de Francisco Miranda, amigo y compañero de Materazzi. Este último cuenta en su diario que después de la golpiza recibida, su amigo Miranda desarrolló un complejo código de signos verbales, gestuales y sonoros para evitar la intromisión aviar. Por culpa de esos avatares de la vida, que poca relación guardan con los procesos formales de la razón, Miranda terminó sólo en la plaza intentando esparcir la enseñanza del nuevo código que sólo las palomas, por puro cansancio, terminaron por comprender. Mientras que todo el barrio lo caratuló como "loco de la plaza". Y los niños divertíanse imitándolo y arrojándole migas de pan.
Cuenta el ruso Bolkonsky, en las revelaciones que guardaba en el dobladillo de sus pantalones, que las palomas le habían comunicado furtivamente que deseaban rebelarse y escapar del yugo de los oligarcas. Que sólo necesitaban el apoyo del resto de la humanidad. Pero que temían revelarse ante los demás hombres como seres parlantes dado que muchos tenían la extraña costumbre de ultimarlas a raquetazos como si estuvieran frente al mismísimo Lucifer. Desafortunadamente, algunos días atrás, Bolkonsky había escondido debajo de la plantilla de un zapato una revelación que decía: "El demonio se me ha aparecido en su forma natural y me ha dicho que en lo próximo se rebelaría como una especie de colúmbida parlante cuyo nombre local desconocía."
G.-