martes, 10 de febrero de 2015

De los otros



Más de tres años han pasado desde el último artículo publicado en este espacio. Durante ese tiempo tuvieron lugar varias tentativas de regreso que no progresaron, por motivos que ya no son de interés. Incluso esto mismo fue escrito, eliminado, reescrito, repensado varias veces. Cuesta volver. Siempre. A veces no se puede.

Hoy hacemos resucitar este muerto para abordar un tema que había quedado vacante, aunque siempre estuvo presente en los escritos anteriores, que cada tanto revisito. La otredad es algo altamente complejo de analizar dado que es tremendamente trabajoso des-centrarse. Salir de uno mismo para pensar a los otros como sujetos, pero sin objetivarse a uno mismo. El concepto de "los otros" se ve continuamente atravesado por vectores tan disímiles como las relaciones de poder, factores psicológicos, sociales y económicos.

Intentaremos analizar el lugar de los otros en grado ascendente de cercanía de los sujetos. Podemos partir de la relación más lejana que uno establece con cualquiera en los centros urbanos: El encuentro en la vía pública. Ese otro es un otro que no es ni objeto ni sujeto. No podemos hacer de él lo que queramos, pero tampoco parece merecer nuestra preocupación ni nuestra atención. Si se establece vínculo, se ve supeditado a la función que cada agente cumple dentro del entramado. No hay diferencia real entre el que saluda al colectivero y el que sólo dice hasta donde va. Ambos tienen un código preestablecido de interacción funcional. La única oportunidad de llegar a una conciencia más o menos profunda sobre la existencia de ese otro como un otro no reemplazable por cualquier otro depende de la aparición de un conflicto. Entre agentes que simplemente trafican códigos de convivencia y cumplimiento de funciones, lo único que puede generar el conflicto es la traición a los códigos o el incumplimiento de las funciones. "Tres pesos" - "¿A dónde vas?". Sólo en ese caso y siempre a raíz de un reclamo es que nos vinculamos reconociendo a un otro como sujeto al que tenemos que dilucidar con velocidad para hacerlo cumplir o evitar que nos haga cumplir a nosotros-no en sentido objetivante sino en terminos de relación sujeto-sujeto. Todos los vectores que entrecruzan esa relación aparecen ahí: Poder, psico, socio, eco.

En segundo lugar, vemos a aquellos otros que no distan mucho de los primeros, pero que son más frecuentes y siempre los mismos: La chica del kiosco, el tipo que te carga la sube, el encargado del edificio. Todas relaciones funcionales y utilitarias con la característica no menor de permanecer en el tiempo, tal vez más que otros vínculos más profundos.

Distinguimos después otros que ya no podemos evitar reconocer como sujetos, dado que estarán alrededor algún tiempo: Compañeros de trabajo, de la facultad, incluso amigos de amigos. Pueden darse conflictos en estas relaciones, pero la mayoría de los sujetos suelen estar más predispuestos a la negociación en ese tipo de relación que en relaciones más profundas.

Merecería un artículo aparte el pensar la relación con la otredad en la lucha económica o en los conflictos políticos. Sobre todo en los tiempos de la "grieta" -concepto que logra con encomiable eficacia destruir sujetos de uno y otro lado, si hubiera lados. Es notable cómo en el debate político entre facciones enfrentadas hay ocasiones en que uno de los contendientes termina por objetivar al otro, pero es más notable aún cuando uno se encuentra con agentes que se objetivan solos. En general, esos son los que renuncian al fondo del debate y a las verdades, dejando en claro que lo único que querían expresar era una idea que posiblemente no fuera suya.

Donde se percibe una manifestación más palpable, cotidiana y hasta dolorosa de los conflictos sujeto-sujeto es en las relaciones más cercanas y profundas. Amor. En todos los sentidos. Amigos, gente a la que uno quiere, familia, parejas trascendentales. Gente que te puede hacer llorar. Gente que puede hacer que dejes de llorar, pero de verdad. Gente entre la que no estás solo, como uno puede sentirse entre otra gente. La relación con ese otro es completamente diferente. Lo que con los otros precedentes carecía de toda importancia, con los otros más cercanos se vuelve indispensable, lo negociable se vuelve inamovible.

¿Cómo se construye esa otredad más cercana al sujeto, al punto de transformar al propio sujeto? "El amor de Eros es un amor sin otro. Eros ama en función de un faltante, de lo que a mi me falta. Busco a alguien no por lo que esta persona me pueda dar, sino a partir de lo que yo pretendo que el otro sea." El Amor, en Mentira la Verdad (programa altamente recomendable en canal Encuentro). Eso es absolutamente opinable por varias razones. Sin embargo, la más contundente es la que prosigue: Si así fuera, nadie cambiaría al estar en pareja o al hacerse de un amigo trascendental. Y lo cierto es que todos cambiamos. Porque todos (o la mayoría) en algún punto, o por momentos, renunciamos a nosotros mismos para poder estar con un otro, para que siquiera pueda existir "el otro" como concepto. Sigue Mentira la Verdad: "Pero el otro nunca encaja. Hay dos opciones: O el otro se transforma para encajar en lo que yo pretendo, o no hay vínculo posible". También discutible, porque nadie cambia tanto como para poder encajar completamente con un otro. Todos tenemos cosas innegociables, y por eso existe el concepto de otro. Pero sigue hablando Darío, ahora plantea algo nuevo: "Pero se puede pensar al amor de otro modo. Simone Weil afirma que el ser humano por naturaleza busca permanentemente expandirse, desplegar su ser, ejercer su poder. Lo humano se impone, se instala, acapara. Pero, ¿Podemos ir en contra de nuestra naturaleza? ¿De nosotros mismos? Simone Wail nos da una pista, ¿Y si el amor es una renuncia?¿Y si es una retirada? Eso que los cristianos primitivos llamaban 'amor como ágape'. Se trata de otra manera de definir al amor. Un amor que no cosifique, un amor desde la desapropiación y desde el desapego. Un amor con el que no se gana, sino que se pierde. Se da, se entrega. ¿Pero puede funcionar así en una pareja? Dice Adorno en "Mínima Moralia", 'Sólo serás amado el día que puedas mostrarte débil sin que el otro lo aproveche para mostrar su fuerza". Hay una prioridad del otro, pero sobre todo hay una pérdida del yo." Esto ya es otra cosa, pero sigue estando construido sobre la mirada de un sujeto que parece decidir si cede o no su individualidad en favor de una comunión. Lo interesante del planteo de Adorno es que combina dos renuncias simultáneas: En primer lugar, la muestra de debilidad implica la renuncia al poder, y en segundo lugar, es precisamente la renuncia al ejercicio de poder frente a la debilidad de ese otro.

Lo interesante es que son dos otros absolutamente distintos los que se construyen a partir de esas dos formas de amor. En el primer caso, el amor de Eros, pretende construir un otro objetivado, que en la realidad nunca sucede porque nadie se deja objetivar y tampoco hay muchos amantes de objetos, porque en el fondo todos odiamos algún que otro contorno de nuestras formas y nadie querría un encastre perfecto que festeje nuestras imperfecciones, al menos no por mucho tiempo. En el segundo concepto de amor, se construye un otro pero en colaboración con uno, en el sentido de que hay un A que habilita un espacio de poder al mostrar debilidad y se presume un B que en lugar de aprovechar ese espacio para ejercer su poder, lo deja vacante -y si puede lo acolchona un poco- para que A despliegue su debilidad en confianza, y sea.

Ahora, las preguntas son obvias, ¿Qué sucede cuando B no elige que A sea, y prefiere ser él? ¿Si hay dos sujetos que renuncian a sí mismos, queda alguno? ¿Hay alguien en este mundo que elija ser A? No deja de haber una relación de poder en ningún momento. B tiene el poder de decidir aprovechar la debilidad de A para ejercer su poder o para dejar que A sea. A tiene el poder de no mostrarse débil en ningún momento.  B tiene el poder de no darle jamás a A la confianza para mostrarse débil, en cuyo caso el vínculo es más difícil aún.

"En el amor no hay contratos. Si hay contrato, no hay amor: Hay estrategia" dice Darío. Si no hay contratos que resuelvan disputas de poder, habrá disputas de poder. Tal vez la construcción de un otro camine por esa vía, la de la disputa con buena fe. Pero a sabiendas de que nunca hay renuncias absolutas, ni de A ni de B, no puede evadirse la disputa.

Un otro con amor es tremendamente más conflictivo que un otro sin amor. La conflictividad en la construcción el otro es creciente en tanto que crece el amor. Los sujetos parecen generar un divisi interno (en el mejor de los casos) en el que una voz se preocupa por un otro cuya existencia desea, y la otra por la conservación del propio sujeto y su individualidad. La interválica generada rara vez resulta consonante. También por eso no puede haber contratos.

Lo único que garantiza la construcción de un otro -cosa que nos interesa, porque es un otro al que amar, que nos ama, que nos salva de la soledad que equivale a la muerte, que nos salva de errores y mentiras, que nos ayuda a vernos y revisarnos, que, en definitiva, puede hacernos mejores- no es otra cosa que la negociación constante, de buena fe. A va a dejar de ser A la primera vez que B traicione, y utilice la debilidad de A para ejercer su poder. O, tal vez, si A es muy bonachón y tiene mucho amor para dar, siga siendo A dos o tres veces más. Pero es presumible que después va a querer ser B. Todos nos decepcionamos de todos. De padres (primero), de amigos, de parejas, de compañeros, del Estado, del encargado.

Tal vez el germen de la sociedad como rejunte de sujetos esté también en esa capacidad tan humana de tropezar dos veces con la misma piedra, de porfiar con la pieza que no encaja. O tal vez sea el principio del fin.

"En la calle somos todos gente", escuché decir alguna vez a alguien que le recordaba a otro que se sentía en una situación de poder, que la perdería ni bien cruzara la puerta de salida. En la calle hay contrato. A veces hay amor también. Tal vez no sean cosas tan incompatibles. Habrá que seguir pensando.



G.-



viernes, 29 de julio de 2011

De lo virtual y lo real




Retomo la actividad de este blog motivado por la coyuntura de estos tiempos eleccionarios. A partir de la primera vuelta en la Ciudad de Buenos Aires se han escuchado muchísimas críticas y autocríticas respecto de las diversas campañas. Incluyendo éstas desde posicionamientos desde la praxis y el discurso hasta mera estrategia publicitaria. "El electorado porteño pedía autonomía y un discurso de derecha y el negro sobre el azul no se lee".

No obstante, voy a dedicarme al análisis de un tipo de campaña y de un tipo de militancia, que es el que se desarrolla a través de las nuevas tecnologías. Pero no se puede pensar ese fenómeno desligándolo de lo que sucede fuera del ámbito "virtual". Mucho se dice hoy sobre la herramienta democrática que es internet y de cómo el usuario deja de ser un mero receptor de información para transformarse también en productor. Vamos a hacer tambalear este supuesto básico para ver qué tanto es así y, tal vez, encontrar alguna otra verdad.

Recorriendo la "blogósfera" y la web en general uno se encuentra con los contenidos más diversos. Sin embargo, existe siempre una referencia a alguna fuente de la información puesta en juego. En la mayoría de los casos, la información sobre la que se construye un nuevo discurso proviene de algún medio de comunicación tradicional, con o sin presencia en internet. Es preciso aceptar esta relación dialéctica que existe entre medios tradicionales y nuevas tecnologías y la retroalimentación que existe entre éstos.

Por la característica naturalmente democrática que tiene internet, es prácticamente imposible la censura o el silenciamiento de alguna expresión. Por la esencia puramente capitalista de los medios tradicionales (en el sentido de que quien posee el medio decide una línea editorial y elige a quién puede o no utilizar ese medio), es moneda corriente que en cierto medio no se digan ciertas cosas y sí se machaque sobre otras. Esto no sólo significa que el que no posee acceso a internet sólo se queda con los medios tradicionales. También significa que, tomando la relación dialéctica previamente enunciada, los medios que provee la web también están condicionados por los medios tradicionales. En gran medida, encontramos simples repetidores de lo que se expresa en medios tradicionales.

Esto no es algo que pueda sorprendernos. Desde siempre, cuando el hombre descubre o desarrolla una nueva tecnología la utiliza, en principio, para reiterar un discurso antiguo. Pero también encontramos cierta necesidad insoslayable de apoyar el discurso propio en algún discurso previamente enunciado que signifique alguna autoridad. En el caso argentino en general y porteño en particular, tal vez tenga que ver con esa autoestima que va recuperándose poco a poco. La pérdida total de esa autoestima había significado también la pérdida de la voz propia, a partir de la incapacidad de decir algo que no esté refrendado por alguna "autoridad". Hoy pareciera que, en buena medida, los medios tradicionales se mantienen en un lugar de autoridad sobre los nuevos medios.

Inmediatamente pensamos que una mayor autoridad, un derecho más amplio y un poder mayor (para dejarnos de eufemismos), implica también una responsabilidad mayor. Es decir, yo podría en este blog decir que un empresario defrauda al estado y a nadie le importaría demasiado. A nadie le importaría en absoluto hasta que eso no aparezca en un medio tradicional. Esto se debe a que yo, en rigor, hoy, no tengo ninguna responsabilidad sobre lo que aquí se escriba. No debo defender la información expuesta con pruebas. No porque no me lo exige ninguna ley sino porque no me lo exige ningún lector.

Entonces, visto que quien produce información y la comunica a través de las nuevas tecnologías se encuentra en desventaja respecto de los medios tradicionales, que su producción está también condicionada por estos medios (porque aunque no sea lo mejor, establecen límites a lo posible), que no existen expectativas de verdad irrefutable sobre lo que se publique por la web, que todavía es necesario subsidiar las opiniones con información proveniente de medios con "autoridad"; el rol del ciudadano activo, del cybermilitante, de quien expresa contenidos que a todos competen a través de la web, es categorizar el espacio, el medio y el discurso.

Es imprescindible ir dejando de lado la dependencia discursiva, ofrecer algo distinto a lo que ofrecen los medios tradicionales. Éste medio nos permite documentar prácticamente todo lo que digamos (diferencio la "documentación" de la "cita de autoridad") . Mal que nos pese, eso es algo distinto a lo que suelen hacer los medios ortodoxos. Ofrecer algo distinto implica generar una nueva demanda. Ahí llegamos al auténtico rol del "cybermilitante". Generar una demanda de contenidos con una documentación y fundamentación más exhaustiva que la de cualquier otro medio. No hay ley que garantice el nacimiento de algo y su continuidad en el tiempo. Lo único que garantiza ésto es una demanda genuina de ese nacimiento y una necesidad inevitable de que eso continúe existiendo.

Para concluir, es preciso decir que si planteamos una independencia de los discursos hegemónicos, nuestra conexión con la realidad no puede darse a través de esos discursos. La conexión, creo yo, debe ser personal. Si la realidad en discusión figura en un documento, ir a ese documento. Si la realidad consta en un barrio, visitar dicho barrio. De esta forma, estas tecnologías que pensamos nos alejarían, terminan siendo la mejor excusa para estar más cerca en lo fenoménico. Esa debería ser la mayor aspiración de los cyber-comunicadores: acercar el fenómeno. En la campaña que se dio en la Ciudad a través de la web, vimos mucho este acercar-una-realidad a quien sospechamos no la conocería. Quisiera decir alguna cosa más respecto de ésto, pero me abstendré hasta conocer los resultados de éste Domingo.

Por último, les dejo un video del Director Nacional Electoral, por si a alguno le interesa ser fiscal en Octubre:









Abrazo,


G.-

jueves, 21 de abril de 2011

Vómito I




De repente uno se encuentra sumido en la depresión más hastiosa sin saber exactamente por qué. En ocasiones me descubro llorando la muerte de la esposa que nunca tuve, con una angustia tan genuina y sentida que cualquiera sentiría pena y sufriría también por la muerta inexistente. Sin previo aviso me encuentro escuchando música que yo no decidí que me gustaría. Mientras una bolsa de cartón me mira a través de sus manijas, culpándome, escupiéndome blasfemias de viruta y aserrín.

Todos los objetos que constituyen el universo fenoménico y perceptible se empeñan, en un magnífico trabajo de equipo, en demostrarme de manera indiscutible que soy un extraterrestre. Pero no de esos extraterrestres que con voz ronca y muecas bien estudiadas nos hacen reir, ni tampoco de esos con ánimos de erigirse como reyes de la tierra. Todo lo perceptible, en franco y confeso convenio, me dice en letra imprenta y mayúscula que yo soy un extranjero. Que el mundo es así, y no nos gusta que sea así, pero nos gusta que no cambie.

No. Yo no les voy a dar el gusto. O no me importa si significa un gusto o no. Yo no voy a dar el brazo a torcer. Uno elige cuando parar, pero también uno elige cuando no parar. Yo no quiero y no puedo parar. No me van a ganar. Ninguno de ustedes y su estado de las cosas me va a desmoralizar ni mucho menos hacerme abandonar. Sí se puede romper el techo con la cabeza. Me ocuparé de encontrar gente que no esté loca, como todos ustedes, que me acompañe y a la cual acompañar. Pase lo que pase, no voy a parar ni a dar siquiera un amague de paso hacia atrás.

Cuando el cansancio se acumula me gusta pensar que en realidad estoy muerto. Que nada importa verdaderamente demasiado y que está bien que a nadie le importe mucho ninguna cosa. Gusto de escuchar música anestésica que de la sana sensación de estar fuera del mundo. Mirar televisión. Mirar televisión! Por ahí va! Esa es la que va. La prendo y todos ustedes se van a recagar fuego. El universo de fenómenos complotantes en mi contra pueden reventar de una buena vez por espacio de media hora con interesantísimos espacios publicitarios de cinco minutos cada cinco minutos.

Y en última instancia, si no hago nada, ¿Quién me va a venir a decir algo? Si nadie o muy pocos han hecho realmente algo. Si casi todos sucumben en algún momento, o desde el principio, a su propia comodidad. NO. Por qué no? Es lo que hay que hacer para ser uno más. Para no sentirse sólo nunca más. Lo que hacen los demás. Adaptarse. No es tan difícil. Te dejás de romper las pelotas y te ponés un collar en el cuello. Cada tanto te olvidás de Jauretche y cambiás el collar. Algunos lo cambian cada año porque parece que si no, se desvaloriza. Y mirá que bueno que está esto, aún no habiendo hecho nada, te podés quejar, aparentando así que te importa, casi dejando la sensación de que, de alguna manera, algo hacés.

No sé por qué. Pero no. Por ahora no. Mejor dicho, no. Sólo no. Y si me muero, me muero. De cualquier manera nunca me acostumbré a vivir. En el fondo, muy en el fondo, uno sólo quería que lo taparan de noche. Que de vez en cuando, te den algún gusto. Y lo hicieron! Lo hicieron! Si, pero por qué la inconformidad? Dónde está el límite entre la búsqueda de mejorar y el ser un infeliz crónico? ¿En qué momento se convierte uno en un hijo de puta?

De última, si me canso mucho, me hago amigo de Altamira y juntos prendemos fuego todo este puto mundo que no se deja reconstruir. Sospecho que no es demasiado selectivo con sus amistades. Tampoco con sus enemigos. Igual, sobre el pucho también lo haría cagar fuego al sorete de Altamira.
Y sobre todas las cosas, la incapacidad de amar. Irse a dormir más borracho y enfermo que nunca, sin poder vomitar.

martes, 21 de diciembre de 2010

Uno de Pascua




Hoy hacía un calor de locos. Lo peor del calor de esta época es que sabemos que preludia un calor aún más insoportable. En la búsqueda de algo que aplaque, aunque sea de manera momentánea, el suplicio que significan más de treinta y cinco grados, decidí meter la cabeza y los hombros dentro del congelador que se encuentra en la parte superior de la heladera. Parado sobre una silla, abrí el artefacto y respirando hondo me introduje con los ojos cerrados. El alivio fue instantáneo.
Sin embargo, al cabo de pocos segundos descubrí que era un idiota metido dentro del congelador. Es cuando uno tiene este tipo de revelaciones que uno abre los ojos más de lo normal. Fue entonces cuando lo vi. Un papel añejo, cubierto de escarcha. Con algunos granos de choclo adheridos al pelo, salí del congelador sosteniendo el amarillento pedazo de papel.
Con un tramontina pude apartar la escarcha y noté que había algo escrito. Parecía un acta de una reunión de consorcio o algo por el estilo. Puse el documento a baño maría durante diez minutos. Una vez descongelado y seco pude leer:


"
Nombre: Gaspar Funes
Edad: 5 años (todavía cree)
Reside en: Paraná, Entre Ríos, Argentina
Pidió: Un autito a batería, para no tener que pedalear más. Una lancha de esas que se manejan a control remoto. Y sentarse al lado de la chica que le gusta el año que viene en la escuela.

Argumentos a favor:
El niño siempre se ha portado, dentro de todo, bien. No le trae demasiados problemas a sus padres, excepto cuando no les hace caso. Pero este tribunal juzga también que muchas veces sus padres se equivocan y el niño acierta. Es de buen corazón y el hecho de que pida estar cerca de su objeto de amor nos confirma esta apreciación. Cabe destacar que los juguetes solicitados no dañan el ecosistema ni contribuyen al derretimiento de los hielos polares que tantos problemas nos ocasiona. Varias veces ayudó a una señora a cruzar la calle. Sus notas en la escuela no son sobresalientes, pero tampoco son un problema. Además, este tribunal percibe que si no se esfuerza demasiado en la escuela es porque tiene puesta su mente en problemas de mayor envergadura. (Subcomisión Argumentos a Favor)

Argumentos en contra:
Es un pedante condenado que nunca va a escuchar a otro ser humano y considerarlo apto como para sugerirle nada. Es por esto que no hace caso a sus padres. Este niño que sólo cuenta con cinco años pretende sentarse al lado de una niña en el colegio, yendo a contrapelo de todos los demás de su edad que se agrupan por género. Qué tipo de perversión ostenta este delincuente juvenil, es cosa que este tribunal ignora. Los juguetes que este mozalbete nos exige son un claro preludio del tipo de hombre en el que se convertirá en pocos años. Un imbécil motorizado por tierra y agua que bajará la ventanilla para gritarle cosas a las mujeres. Si bien es cierto que un par de veces le tomó el brazo a una señora para cruzar una mínima calle, también es cierto que la mayoría de las veces que la vio intentando cruzar, se hizo el dormido. Evidenciando así no sólo su poca abnegación sino también su galopante estupidez, ya que no estaba en un colectivo ni le pedían el asiento. Sus mediocres notas en la escuela no hacen más que demostrar que este energúmeno es un perverso que utiliza las horas de clase para observar de manera compulsiva a la pobre señorita del asiento B-5. (Subcomisión Argumentos en Contra)

Apreciación de la Comisión Evaluadora

Visto y Considerando los argumentos a favor y en contra, esta comisión resuelve: Sugerir al PEPN que regale a Gaspar Funes, en lugar del autito una bicicleta y en lugar de la lancha a control remoto una lanchita "pof-pof". En cuanto al pedido de cambio de asiento, sugerimos dejar que la situación se resuelva de acuerdo a la voluntad de la maestra del año que viene o la del propio G.Funes, quien bien podría solicitar a la maestra sentarse en el lugar que desee.-

"


Luego de leer el documento, se me ocurrieron muchísimas explicaciones lógicas. Ninguna de ellas era posible. Sin embargo, el calor era tan sofocante que deseché el papel y me volví a meter en el congelador. Con la extraña expectativa de que Funes logre sentarse al lado de su amada el año próximo.



G.-