No obstante, voy a dedicarme al análisis de un tipo de campaña y de un tipo de militancia, que es el que se desarrolla a través de las nuevas tecnologías. Pero no se puede pensar ese fenómeno desligándolo de lo que sucede fuera del ámbito "virtual". Mucho se dice hoy sobre la herramienta democrática que es internet y de cómo el usuario deja de ser un mero receptor de información para transformarse también en productor. Vamos a hacer tambalear este supuesto básico para ver qué tanto es así y, tal vez, encontrar alguna otra verdad.
Recorriendo la "blogósfera" y la web en general uno se encuentra con los contenidos más diversos. Sin embargo, existe siempre una referencia a alguna fuente de la información puesta en juego. En la mayoría de los casos, la información sobre la que se construye un nuevo discurso proviene de algún medio de comunicación tradicional, con o sin presencia en internet. Es preciso aceptar esta relación dialéctica que existe entre medios tradicionales y nuevas tecnologías y la retroalimentación que existe entre éstos.
Por la característica naturalmente democrática que tiene internet, es prácticamente imposible la censura o el silenciamiento de alguna expresión. Por la esencia puramente capitalista de los medios tradicionales (en el sentido de que quien posee el medio decide una línea editorial y elige a quién puede o no utilizar ese medio), es moneda corriente que en cierto medio no se digan ciertas cosas y sí se machaque sobre otras. Esto no sólo significa que el que no posee acceso a internet sólo se queda con los medios tradicionales. También significa que, tomando la relación dialéctica previamente enunciada, los medios que provee la web también están condicionados por los medios tradicionales. En gran medida, encontramos simples repetidores de lo que se expresa en medios tradicionales.
Esto no es algo que pueda sorprendernos. Desde siempre, cuando el hombre descubre o desarrolla una nueva tecnología la utiliza, en principio, para reiterar un discurso antiguo. Pero también encontramos cierta necesidad insoslayable de apoyar el discurso propio en algún discurso previamente enunciado que signifique alguna autoridad. En el caso argentino en general y porteño en particular, tal vez tenga que ver con esa autoestima que va recuperándose poco a poco. La pérdida total de esa autoestima había significado también la pérdida de la voz propia, a partir de la incapacidad de decir algo que no esté refrendado por alguna "autoridad". Hoy pareciera que, en buena medida, los medios tradicionales se mantienen en un lugar de autoridad sobre los nuevos medios.
Inmediatamente pensamos que una mayor autoridad, un derecho más amplio y un poder mayor (para dejarnos de eufemismos), implica también una responsabilidad mayor. Es decir, yo podría en este blog decir que un empresario defrauda al estado y a nadie le importaría demasiado. A nadie le importaría en absoluto hasta que eso no aparezca en un medio tradicional. Esto se debe a que yo, en rigor, hoy, no tengo ninguna responsabilidad sobre lo que aquí se escriba. No debo defender la información expuesta con pruebas. No porque no me lo exige ninguna ley sino porque no me lo exige ningún lector.
Entonces, visto que quien produce información y la comunica a través de las nuevas tecnologías se encuentra en desventaja respecto de los medios tradicionales, que su producción está también condicionada por estos medios (porque aunque no sea lo mejor, establecen límites a lo posible), que no existen expectativas de verdad irrefutable sobre lo que se publique por la web, que todavía es necesario subsidiar las opiniones con información proveniente de medios con "autoridad"; el rol del ciudadano activo, del cybermilitante, de quien expresa contenidos que a todos competen a través de la web, es categorizar el espacio, el medio y el discurso.
Es imprescindible ir dejando de lado la dependencia discursiva, ofrecer algo distinto a lo que ofrecen los medios tradicionales. Éste medio nos permite documentar prácticamente todo lo que digamos (diferencio la "documentación" de la "cita de autoridad") . Mal que nos pese, eso es algo distinto a lo que suelen hacer los medios ortodoxos. Ofrecer algo distinto implica generar una nueva demanda. Ahí llegamos al auténtico rol del "cybermilitante". Generar una demanda de contenidos con una documentación y fundamentación más exhaustiva que la de cualquier otro medio. No hay ley que garantice el nacimiento de algo y su continuidad en el tiempo. Lo único que garantiza ésto es una demanda genuina de ese nacimiento y una necesidad inevitable de que eso continúe existiendo.
Para concluir, es preciso decir que si planteamos una independencia de los discursos hegemónicos, nuestra conexión con la realidad no puede darse a través de esos discursos. La conexión, creo yo, debe ser personal. Si la realidad en discusión figura en un documento, ir a ese documento. Si la realidad consta en un barrio, visitar dicho barrio. De esta forma, estas tecnologías que pensamos nos alejarían, terminan siendo la mejor excusa para estar más cerca en lo fenoménico. Esa debería ser la mayor aspiración de los cyber-comunicadores: acercar el fenómeno. En la campaña que se dio en la Ciudad a través de la web, vimos mucho este acercar-una-realidad a quien sospechamos no la conocería. Quisiera decir alguna cosa más respecto de ésto, pero me abstendré hasta conocer los resultados de éste Domingo.
Por último, les dejo un video del Director Nacional Electoral, por si a alguno le interesa ser fiscal en Octubre:
Abrazo,
G.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario